A veces cuesta ponerse a mirar para atrás para entender
como es que pasaron ciertas cosas.
Pero para buscarle un comienzo, creo que tiene que ser la niñez.
De chica en casa siempre hubo muchos libros, porque mis papás además de profesores de literatura son muy lectores.
La niñez y la adolescencia para mí fueron momentos de leer mucho, y sin darme cuenta los personajes de los libros tomaron mucho valor. Usaba anteojos y la gente me decía "intelectual" y me enojaba mucho eso (siempre me molestó ese término). Leía antes de dormir, casi siempre libros de la editorial Atlántida (se ve que estaban de oferta por esos días...)
Mucho tiempo después, empecé a estudiar diseño, me acerqué a ellos desde el conocimiento, me enseñaron sus estilos, su historia, sus formas de encuadernación; pero es cierto también que por otro lado eso mismo me terminó alejando. Mi pasión de leer antes de dormir, se veía ampliamente desplazada por dormir antes que nada.
Pero, es hasta que me di cuenta, que necesitaba encontrar una forma de volver a incluir a los libros en mi rutina, pero desde otro lugar. Desde el lugar de los cuadernos. Los cuadernos vacíos tienen otro "que se yo qué" que los hace distintos a los libros llenos, pero es mi idea, que se parezcan en algunas cosas, como cuando uno mira la portada de un libro en una librería: Todo puede llegar a pasar. No?
sos mi "intelectual" preferida, esta pagina me llena de felicidad
ResponderEliminar(L)
jajajaja
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